domingo, 25 de septiembre de 2022

No Te Preocupes. Ocupate

Recuerda, No puedes dejarte Dominar por el Temor. El miedo es un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que va a suceder algo negativo, se trata de la angustia ante un peligro que, y eso es muy importante, puede ser real o imaginario. La relevancia de ese matiz estriba en que aunque el peligro no exista por ser imaginario, el miedo, por el contrario, sí puede ser muy real. El miedo es una emoción muy útil para escapar o evitar los peligros, sin embargo, también es una barrera que puede interponerse en el disfrute de una persona y en caso de que sea excesivo, puede llegar a bloquear y a impedir el transcurso de una vida normal. De hecho, muchos de los trastornos más habituales tienen como origen el miedo a una situación real o posible, como la ansiedad, las fobias o los ataques de pánico. La respuesta del miedo es autónoma, es decir, no la activamos voluntariamente de forma consciente. Los expertos establecen cuatro respuestas automáticas: huida, defensa agresiva, inmovilidad y sumisión. Además, se produce otra respuesta fisiológica en la que aumenta la presión cardiaca, la sudoración mientras desciende la temperatura corporal, se dilatan las pupilas y aumenta el tono muscular llegando al agarrotamiento. Cualquier cosa puede dar miedo a una determinada persona y puede ser un miedo real, ante un peligro real y que tiene un valor adaptativo o irreal si tiene origen imaginario, distorsionado y catastrofista como puede ser el miedo a volar o a hablar en público. Estos no son miedos adaptativos ya que no hay peligro real y pueden llegar a transformarse en fobias. Así, según su nivel, los miedos pueden ser normales o patológicos. Los primeros son aquellos que aparecen ante estímulos dañinos, tienen corta duración y no interfieren con la vida cotidiana. Los patológicos son los miedos que se activan aunque no haya peligro y que pueden prolongarse indefinidamente en el tiempo.
No Temas, y No te Preocupes Quizás hayas escuchado varias veces aquello de que no debemos “preocuparnos” por las cosas, sino “ocuparnos” de ellas. Pero, ¿has reflexionado en ello? ¿Te has puesto a pensar en la diferencia entre estas dos palabras que resulta clave si las sabes distinguir? De hecho, es algo tan importante que puede cambiarte la vida. ¡Y vaya si te la cambia!, pues no es lo mismo “preocuparte” por lo que tienes que hacer mañana, que “ocuparte” de lo que tienes que hacer hoy. En la primera opción, te inmovilizas y le das vueltas a la misma idea, pensando en un futuro negativo y de fatales consecuencias. En la segunda, te ocupas, es decir, haces algo concreto para llegar a ese propósito. Por supuesto que ocuparse tiene ventajas para tu propia salud mental. Cómo dejar de preocuparse Te ofrecemos 5 opciones que te pueden ayudar a “ocuparte” y dejar a un lado la preocupación que te lleva al estrés y las consecuencias que eso conlleva para tu calidad de vida. 1. No sufras por lo que no tienes Disfruta lo que tienes y valora todos sus beneficios y ventajas. Tu mente te agradece tener pensamientos positivos. Si careces de algo, puedes ocuparte en hacer lo posible por conseguirlo. Pero si no está en tus manos obtenerlo, de nada sirve ocupar toda tu energía y tiempo en lamentarte. Cada vez que te descubras pensando en lo mal que la pases sin eso que no tienes, trata de pensar en todo lo que disfrutas con lo que sí tienes. 2. Ignora el qué dirán Hay gente que vive su vida atada a la opinión de los demás. Y como resultado, viven una vida totalmente ajena a la que alguna vez llegaron a desear. Y es que vivir del qué dirán es triste para cualquiera. Si realmente te interesa tomar tus propias decisiones y elegir tus propias opciones, deja a los que gustan de vivir a través de la vida de los demás. Actúa por ti mismo y de acuerdo a tus convicciones, después de todo, se trata de tu propia vida. 3. Acepta tus errores y no te sobre exijas ¿Eres humano? Entonces cometerás errores. Si pretendes ser perfecto, difícilmente lo lograrás… Observa a los demás y podrás darte cuenta de que aun las personas que parecieran intachables, han cometido algunas equivocaciones en su vida. Eso no significa que no te preocupes por hacer las cosas lo mejor posible, pero tampoco te mortifiques haciendo de cada uno de tus errores un calvario. Gracias a los errores podemos aprender y extraer importantes conclusiones acerca de nosotros mismos y los demás. Los errores son necesarios cara al proceso de aprendizaje. 4. Arriesga: expresa tus sentimientos Es muy agradable estar en tu zona de confort; no corres riesgo alguno, no hay cosas inesperadas… El problema es que esa es la zona donde eres más vulnerable a lo inesperado. Siempre es mejor expresar tus emociones y estar dispuesto a vivir las consecuencias. Al final, te darás cuenta de que vale la pena exponerte al rechazo y a experiencias que te ayuden a fortalecer tu personalidad. La mayoría de las veces, las cosas no pueden ir peor de lo que tú te puedas imaginar. 5. Piensa en tiempo presente Puede sonar a cliché, pero es la realidad: el pasado ya se fue y el futuro aún no llega. Es innecesario ocupar tu tiempo en algo que ya no puedes cambiar o en aquello que todavía no sucede. No solo es un tremendo desgaste de energía, sino que además te distrae de cosas que pueden ser más importantes y productivas en tu vida. Después de todo, no puedes modificar el pasado, ni puedes predecir el futuro. Si sólo malgastas tu tiempo pensando en el pasado o en algo que nunca sucederá, ¿cuándo podrás ocupar toda tu energía en lo que verdaderamente es importante y está sucediendo en este mismo instante? Piénsalo. Si deseas una vida más relajada, con una mente más clara, relajada y feliz, ocúpate y despreocúpate.