domingo, 4 de agosto de 2013

Gestión del caos y caos de la gestión

El liderazgo caótico






En el mundo de las organizaciones, muchos líderes y gente con mando, dicen dedicar gran parte de su tiempo a la gestión de la incertidumbre y, sobre todo, a lo que denominan la gestión del caos. En el caso de algunos directivos,. administradores, o generadores de cambio, esa gestión del caos suele ser consecuencia directa del caos de su gestión. Éste podría definirse como la cantidad de problemas colaterales que un líder genera al tratar de resolver otros, reales o inventados consciente o inconscientemente. Hay líderes cuya principal habilidad es la de crear problemas adicionales por cada uno de los que tratan de resolver.

De la misma forma que un líder autoritario o destructivo necesita buscar enemigos para desempeñar su gestión y termina por encontrarlos, el líder caótico, deliberadamente o no, procura generar caos para así desarrollar el caldo de cultivo en el que acostumbra a trabajar. No es fácil ayudar al líder generador de caos a organizarse mejor. Es recalcitrante y persistente en sus actuaciones, pues son éstas las que generan su principal trabajo de gestionar con más caos el caos creado. En forma de metáfora, su patrón de actuación tiene lugar en tres tiempos. Primero, levanta polvaredas. Segundo, se queja de que los demás no saben cómo tratarlas y no ven claro. Finalmente, termina revolviendo más todo el polvo, reiniciando el ciclo y su dinámica, que termina siendo explosiva.

Los esquemas mentales del líder caótico tienen mucho que ver con el hecho de que, en la vida, encontramos finalmente lo que en el fondo buscamos, o, curiosamente, lo que, a veces, tratamos de evitar. De esta forma, crear un problema para "resolverlo" después puede tener las mismas consecuencias que las de tratar de anticipar y evitar un problema para así garantizar que éste perdure. La profecía de un suceso suele terminar en el suceso de la profecía. Edipo cumplió el destino de matar a su padre y casarse con su madre precisamente por conocer la profecía, creérsela y tratar de huir de ella desesperadamente. Lo que hizo para esquivarla fue lo que llevó al cumplimiento de lo que había dicho el oráculo. Si Edipo no se hubiera enterado de su destino no lo habría cumplido. Freud y sus seguidores psicoanalistas habrían quedado sin uno de sus principales paradigmas.
Como manual de ayuda a líderes caóticos y para garantizar que la gestión del caos desemboca en un auténtico caos de la gestión, sugerimos poner en marcha tres mecanismos que, bien asumidos y aplicados, aseguran el éxito y crecimiento de un caos permanente y garantizan su eterna gestión y lucha para hacerlo desaparecer. De ésta manera, como hemos dicho, lograremos que la profecía de un suceso dé lugar al suceso de la profecía: "¡Si esta organización es un caos lograremos que este caos crezca y perdure al tratar de eliminarlo!". Éste sería el mecanismo inconsciente básico. Se aplica en tres fases secuenciales:

1. Aferrarse a una creencia, convicción, predicción o expectación de que las cosas evolucionarán en este sentido y no en otro, y que si todo sigue igual, las cosas irán a peor: "Esta compañía es poco operativa en varias áreas que hay que dinamizar. No podemos seguir así".

2. La expectación no es una simple expectación. Ha de verse como una realidad inminente contra la que hay que tomar enseguida medidas para evitarla. Se buscan soluciones lo más rápido posible. La solución elegida, que suele ser "definitoria", es la preferida de los líderes caóticos, y se caracteriza porque con ella no sólo se "elimina" en apariencia el problema, sino también todo lo que hay alrededor de él. Se abate al faisán de un disparo que también alcanza a algún colega cazador. En términos médicos sería algo así como "La operación ha sido un éxito, aunque el paciente se está muriendo". Esta solución unilateral genera nuevos problemas o efectos colaterales que, lógicamente, requieren nueva atención y dedicación.

3. Si el "éxito total" no se ha alcanzado todavía, ello se debe a que "no se ha insistido suficientemente" en lo que hasta ahora se ha hecho, pues la predicción es tanto más convincente cuanto más personas la compartan y cuanto más problemas adicionales vayan apareciendo por los hechos consumados: "Aunque la nueva organización no marcha del todo bien y han surgido otros problemas, la estructura anterior era insostenible. ¿Dónde hubiéramos ido a parar con ella? Hay que seguir trabajando con mayor intensidad." Más de lo mismo.
Una vez se han puesto en marcha todos los mecanismos es difícil detenerlos. Los hechos consumados y los problemas generados con las soluciones definitorias son tan grandes y graves a veces que hacen olvidar las causas que los originaron y ya no vale la pena volver a ellas. La atención se centra en resolver los nuevos problemas generados por el líder del caos. El mejor y por desgracia más desdichado ejemplo de toda esta dinámica, en el mundo de la política, sigue presente en la guerra de Irak.

Así se cierra el bucle y se escribe la ecuación entre la profecía del suceso y el suceso de la profecía. Con la "solución definitoria"se "resuelve" el problema, pero aparecen otros nuevos, no previstos en el diseño, con los que sigue el caos. Con su mente unilateral o mecánica, el líder caótico no quiere o le cuesta entender los problemas colaterales que causa su gestión y parte de su manera de ser se genera de su mismo estilo no lineal de comportarse.

Como sucede con el estrés y con la ansiedad dentro de la organización, al explorar el caos hay que esforzarse en distinguir qué parte de ese caos es el normal, consustancial e inherente a la ejecución de la tarea, y cuál es el artificialmente generado y desarrollado por el líder caótico.

Será necesario aceptar la impredecibilidad del caos, en vez de resistirnos a ella. Cuando hay caos hay mucho más sutilezas y ambigüedad, que situaciones concretas, claras o lineales. Es como que existe la necesidad de dar a luz a un nuevo sistema que puede ser aleatorio en el corto plazo pero determinista en el largo plazo.
Como dice Douglas Hofstaedter, uno de los matemáticos que más intensamente se ha ocupado del tema: "Sucede que una misteriosa clase de caos acecha detrás de una fachada de orden, y que, sin embargo, en lo más profundo del caos acecha una clase de orden todavía más misterioso".
El caos y los sistemas caóticos no implican necesariamente desorden en el sentido literal y
popular de la palabra; los sistemas no lineales son sistemas irregulares, altamente impredecibles, que se manifiestan en muchos ámbitos de la vida y la naturaleza, pero que no se puede decir que tengan comportamientos sin ley, dado que existen reglas que determinan su comportamiento, aunque éstas sean difíciles de conocer en muchas ocasiones.



Aún existen leyes naturales  deterministas, pero se considera que operan de una manera circular en la cual el desorden conduce al orden y el orden, al desorden. La visión simple del mundo deja paso a otra, 
esencialmente compleja y paradójica. 

Esta nueva ciencia  del caos, ha recibido el nombre de dinámica no lineal, o teoría de la complejidad, y el aspecto que más ha atraído la atención del público es lo que se denomina teoría del caos. Esta designación es, quizá, poco afortunada, porque en su sentido más popular la palabra “caos” connota un pandemónium total y absoluto, puro azar y confusión. Pero éste no es el significado del término para los científicos. Ellos entienden por caos una mezcla intrincada de orden y desorden, de regularidad e irregularidad: patrones de comportamiento que, si bien son irregulares, resultan reconocibles como amplias categorías conductuales o arquetipos, dentro de los cuales existen incontables variedades individuales. Algunos dichos populares reflejan la omnipresencia de ese caos en los asuntos humanos; por ejemplo: “La historia se repite a menudo, pero nunca lo hace dos veces de la misma manera”.la complejidad y el caos podría proporcionarnos una comprensión más profunda del funcionamiento de las organizaciones humanas y las economías. La dinámica caótica pone de relieve la incertidumbre El estudio de la dinámica caótica llama la atención acerca de la incertidumbre. En consecuencia, lo que está en juego es mucho más que el simple riesgo. En este universo no se puede aplicar eficazmente el cálculo de probabilidades a los acontecimientos inciertos, porque la auténtica incertidumbre implica el desconocimiento de los problemas futuros o de su posible solución En un mundo caótico, el futuro económico a largo plazo es inherentemente incognoscible. No se lo puede predecir ni planificar de manera eficaz, excepto en términos muy generales. En consecuencia, la política debe estar orientada hacia el establecimiento de condiciones que permitan a los agentes económicos adaptarse a los cambios y ser creativos; esto se aplica tanto a las empresas como a las economías. Los mercados competitivos desempeñan un papel muy importante en este proceso. A diferencia de los sistemas planificados, favorecen la adaptación espontánea. - La investigación en las ciencias naturales demuestra que para que un sistema pueda ser innovador, debe operar en el límite del caos. Aquí, los vínculos entre las acciones y los resultados a largo plazo se pierden en medio de los pormenores de la interacción.
Lo mismo puede decirse de los sistemas sociales y también de los económicos. En estos últimos, el agente elige su acción siguiente, pero no puede elegir el resultado a largo plazo. Las economías que favorecen la adaptación son las que se manejan mejor en condiciones caóticas La teoría del caos sugiere que en la realidad las empresas, y por ende las economías, evolucionan describiendo complejas trayectorias temporales cuya plena comprensión está fuera de nuestro alcance. Las que se muestran capaces de alcanzar el éxito son aquellas que están abiertas a los cambios y, al mismo tiempo, pueden contener las tensiones económicas y sociales resultantes. 
Para lograr esta “tensión creativa”, este orden dentro del desorden, hacen falta instituciones y normas de conducta que promuevan la adaptabilidad. Las políticas económicas y sociales de los gobiernos, sobre todo, deben complementar el cambio de la economía, no entrar en conflicto con él. Esto plantea el problema de 
las políticas que reducen la capacidad de adaptación de la economía, entre ellas las regulaciones, el monopolio y los impuestos excesivos, en cuanto a que disminuyen la voluntad o la capacidad de los agentes económicos para innovar o para cambiar su conducta.
El estudio de la dinámica caótica exige a los empresarios, los economistas y los políticos una reevaluación de gran parte de los conceptos existentes acerca del modo como actúan los agentes económicos. Requiere de ellos el tipo de aprendizaje de circuito doble que hace falta cuando el modelo mental del mundo que comparten deja de ser adecuado. El reconocimiento de la dinámica caótica lleva a cuestionar el paradigma mental de las relaciones económicas vigente y a plantear la necesidad de cambiarlo.

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