jueves, 17 de mayo de 2018

Don Fabio



No cabe duda que en el siglo XXI el sanmarqueño se ha vuelto cosmopolita.  Los encuentros casuales que otrora se daban en el parque Jorge Robleto, en el Town Club o en el Teatro Julia, ahora ocurren en las salas de espera de los aeropuertos Benito Juárez, Barajas, Ruzyne, LAX  o bien en el lobby de un hotel de Dubai, en la Rautatientori en Helsinki o en la Plaza de Mayo en Buenos Aires.  Muchos de nuestros paisanos hoy viven en diferentes partes de los Estados Unidos, Canadá, Sudamérica, Asia, África o Europa y viajar es una constante en sus vidas.
No obstante a mitad del siglo XX, para una gran mayoría de sanmarqueños, los confines del universo parecían comenzar en la finca de don Carlos Romero, San Dionisio, El Porvenir o el Barrio de La Cruz.  Había, sin embargo, un ciudadano que recorría el mundo de la misma forma en que sus paisanos recorrían el pueblo en bicicleta.  Era el heredero de la fortuna de El Gallo, como se conocía a Don Fabio Gallo Coronado, acaudalado cafetalero que había llegado al pueblo en el siglo XIX y que con el cultivo del café en su hacienda San Pedro y afortunadas inversiones en Italia, de donde provenían sus ascendientes, llegó a acumular un impresionante capital.  Don Fabio era casado con Doña María Garrido Lucuix, una ciudadana española originaria de Villa de Manila, Málaga, con quien tuvo un único hijo en 1925, quien llevó el nombre de su padre.

Al comienzo Doña María sobreprotegió a su bebé, aislándolo en una burbuja con el fin de que no estuviera expuesto a los males de aquella época, en especial la malaria.  Lo anterior no hizo sino que el niño creciera desmedrado y propenso a toda suerte de dolencias, hasta que el médico de cabecera de los Gallo, el Dr. Samuel Martínez, fue claro con Doña María y le expresó que Fabito necesitaba salir del aislamiento, correr por San Pedro, salir al pueblo y si se le antojaba, beber agua del aljibe y no la hervida que le reservaban.  Así lo hizo Doña María, no llegando, tal vez, a la exageración de darle de beber el agua con renacuajos del aljibe y de esta forma el niño se curó de todas las enfermedades recurrentes y parece que la libertad de ir a donde le pegara la gana le gustó, pues de ahí se aficionó a los viajes.
El joven Fabio pasó del internado en el Colegio Centroamérica a internados en Europa y estudió algunos años en una Universidad de California, sin llegar a obtener ningún título académico, sin embargo, su capacidad para los negocios era brillante, así como su habilidad para lograr que su madre, exageradamente celosa en el cuido de los recursos familiares, le asignara cada vez mayores cantidades de dinero y lo mejor de todo, es que sabía disfrutar de la buena vida que le otorgaba aquella bonanza.  Cuentan que en una reunión de amigos en Managua, cada quien estaba contando al grupo sus planes para las vacaciones y algunos presumían que irían a Miami, otros a Costa Rica y así por el estilo y cuando le preguntaron a Fabio a dónde iría, él respondió humildemente: -Voy para el África a un safari.  Todos sin excepción cayeron como Condorito: ¡Flop!
Así pues, Fabio Gallo se convirtió en un verdadero cosmopolita, a quien se le miraba en cierto momento en Roma, al día siguiente en Grecia y luego en España.  Era tal vez muy temprano para el Jet Set, pero bien pudo pertenecer a ese selecto club.  Cuando Fabio visitaba la tierra de su madre, no escatimaba en lujos, pues bien podía cerrar, para él y sus amigos, la sala de fiestas del Hotel Miramar de Málaga, o invitar a pantagruélicas comidas en el Hotel Alhamar de Marbella, presumiendo en todos estos lugares su Cadillac convertible color pistacho, con la capota negra.  Asimismo, en Roma tenía una villa en las afueras de la ciudad, muy cerca de la lujosa casa del siglo XVI perteneciente a Carlo Ponti y Sofía Loren, por lo cual la famosa pareja era muy amiga del joven Fabio; es más la propia Loren comentaba frecuentemente que Fabio fue novio de su hermana.  En cierta oportunidad, en San Marcos se vio circulando a una pareja de extranjeros conociendo el pueblo, sin sospechar nadie que se trataba de Carlo y Sofía que invitados por Fabio, pasaron brevemente por San Pedro en su periplo hacia los Estados Unidos.
Cuando estaba en Nicaragua, Fabio gustaba de darse la gran vida, tenía varios automóviles en San Pedro, entre ellos un Cadillac y un Masseratti.    Le gustaba mucho la comida italiana y para poder saborearla mandó a traer a un chef italiano llamado Annunziato Espósito, allá a finales de los años cincuenta.  Recuerdo bien cuando llegó el chef, pues una tarde se apareció por la botica de mi abuelo, se sentó al piano e interpretó una canción que estaba de moda: Piccolissima Serenata.   Con el tiempo, Annunziatto decidió trabajar por su cuenta y abrió en Managua el recordado restaurante “El Coliseo”.
La vida de Fabio Gallo no fue ajena a interesantes aventuras que afortunadamente no desembocaron en algo trágico.  Estando en España se vio involucrado en un caso que cimbró a las principales agencias de espionaje, en especial la CIA.  Era el año 1953, en plena Guerra Fría y se corrió la noticia que el famoso Lavrenti Beria, ex jefe de los servicios de inteligencia de la Unión Soviética (NKVD), temido incluso por el propio Stalin, había sido purgado y ejecutado por órdenes de Nikita Khrushchev.   Sin embargo, de pronto todos los servicios de inteligencia destacados en España, incluyendo la policía secreta franquista, empezaron a buscar a Beria en la península Ibérica, pues era muy fuerte el rumor de que había sido visto en esa región y de pronto comenzó a barajarse el nombre de Fabio Gallo,  como la persona que había realizado contacto con  el temible ruso.   Se tiene evidencia que Fabio fue recluido por la policía secreta franquista en la casa de sus parientes en Málaga, causando tremendos perjuicios a toda su familia materna, quienes no quedaron muy conformes con el proceder de Fabio, que en ese momento no soltó prenda, logrando luego escabullirse en una odisea por toda Europa, al estilo James Bond, en donde fue perseguido por varias agencias de inteligencia que al final no pudieron darle caza.  El régimen de Franco ordenó que se echara tierra a ese episodio, pues era más fuerte el rumor del juicio sumario a Beria y su posterior ejecución.  Se llegó incluso al extremo de que el director del diario ABC, Torcuato Luca di Tena, que había dado la noticia de Beria en España, fue cesado de su cargo.  No se volvió a hablar del tema.
En Nicaragua circuló la versión de que Fabio se encontró en Madrid con un diplomático nicaragüense que había estado en Moscú y que después de algunos tragos, este último le confió que Beria había logrado escapar con vida de la URSS y que él lo había visto en España.  Luego, Fabio para presumir ante sus amistades en Málaga, les comentó que había tenido una reunión con Beria en una carretera apartada de esa ciudad.
No obstante lo anterior,  en 1985, el periodista español, Alfredo Semprum, revivió el caso y se dio la tarea de buscar a Fabio, encontrándolo después de ciertos esfuerzos en su casa en la Hacienda San Pedro en San Marcos.  Fabio accedió a concederle una entrevista y ahí admitió haberse reunido con Beria.  Según Fabio el ruso, quien aparentemente deseaba buscar asilo en los Estados Unidos para librarse de la purga que pendía sobre su cabeza, sabiendo que Fabio había estudiado en los Estados Unidos con el diputado Patrick Hilings, quien era de mucha confianza del entonces Vicepresidente Richad Nixon, lo buscó para ver la factibilidad de llegar a un acuerdo.   Al final de cuentas, será muy difícil conocer la verdadera historia detrás de ese episodio, pues muchos coincidieron en que todo fue producto de la fértil imaginación de Fabio.
En tiempos de los complots para derrocar a Anastasio Somoza García, Fabio participó en el suministro de armas, como representante de la Fabbrica d´armi Pietro Beretta SpA, de cuyos propietarios era amigo cercano.  Contactó y suministró armas, algunas de ellas de obsequio, tanto a los ex oficiales de la Guardia Nacional exiliados en El Salvador, como a los organizadores del movimiento que después realizó la invasión llamada de Olama y los Mollejones.  Cuando los servicios de inteligencia de la Guardia Nacional identificaron a Fabio como responsable del suministro de las armas Beretta, todos creyeron que Somoza iba a tomar medidas drásticas en su contra, sin embargo, en un corto período de tiempo ocurrió una serie de comunicaciones que le dieron un enorme viraje al asunto.  De Nicaragua se dio una comunicación a un número privado en El Vaticano; horas más tarde, de otra oficina de la Santa Sede se realizó una llamada a la residencia del Cardenal Francis Joseph Spellman, Arzobispo de Nueva York, quien a su vez contactó a Guillermo Sevilla Sacasa, Embajador de Nicaragua en los Estados Unidos y este por su parte, inmediatamente se comunicó con Casa Presidencial en Managua.  Nadie sabe a ciencia cierta el contenido real de aquellas llamadas, sin embargo, Fabio Gallo salió completamente ileso de todo el asunto.  Al respecto, Fabio siempre presumía con sus amistades de su participación en estos eventos, agregando de su cosecha el hecho de que tenía planeado fletar un avión desde donde él mismo lanzaría una bomba a Casa Presidencial.
Para la insurrección sandinista allá entre 1978 y 1979, Fabio andaba visitando a un amigo en el sector de Ticomo, coincidiendo con que un alto mando del FSLN había sido localizado y perseguido por la Guardia Nacional en el sector de Loma Linda-Ticomo.  El guerrillero buscaba afanosamente un refugio seguro y pasando por la quinta de la persona a quien visitaba nuestro personaje, fue detectado por el vigilante de la propiedad, exponiéndolo ante los dueños, quienes se pusieron nerviosos.  Fabio entendió bien la situación y le dijo al fugitivo que se metiera en la valijera de su Cadillac.  De esta forma, regresó a San Marcos, sin que ningún retén se atreviera a registrarlo.  En la hacienda San Pedro, el guerrillero estuvo escondido un tiempo, gozando de la hospitalidad, discreción, así como de la enorme cava de Fabio Gallo.
Por muchos años Fabio llevó una vida de playboy, rehuyendo de compromisos serios.  Por todos lados se le miró con las mujeres más hermosas, incluyendo a María Andersen, actriz española que filmó junto al Cordobés, la hermana de Sofía Loren, así como Lucelia Santos, actriz brasileña que participó en la telenovela Esclava Isaura, entre otras tantas.  Tuvo la intención de casarse con una prima suya en Málaga, sin embargo, sus parientes que guardaban serios resentimientos contra él y su madre, se opusieron rotundamente.  No fue sino hasta en el otoño de su vida que Fabio se casó formalmente con una señora de la sociedad de Managua.
En el año 1991, Fabio Gallo durmió el Sueño de los Justos.  Quienes conocieron a Fabio habrían pensado que un personaje con una vida tan apasionante, tendría al final una muerte emocionante, de esas que salen de la mente de Ian Fleming, ya fuera en un accidente de esquí en Innsbruck, en medio de fuego cruzado en un enfrentamiento entre espías en Estambul, en el naufragio de un yate en el mar Tirreno o bien por la ponzoña de un áspid en Egipto, sin embargo, murió según consta en su acta de defunción, de un simple infarto al miocardio en su natal San Marcos.  A pesar de que Fabio guardó por mucho tiempo un féretro a su medida, en una bodega de San Pedro, al final, había subido tanto de peso que hubo que conseguirle otro.
De cualquier forma, no cabe duda que Fabio Gallo es hoy toda una leyenda y muy pocos nicaragüenses se dieron el lujo de disfrutar a plenitud de un capital.  

En San Marcos será recordado siempre, pues después de su muerte corre el rumor de que a veces, al igual que hizo su padre, deambula por los corredores de su hacienda San Pedro, ahora convertida en hotel y otros llegan a asegurar que el paisano cosmopolita quiere manifestarse a través del cuadro de una virgen que hay en la hacienda y  a la que claramente se le mira sudar.

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