domingo, 22 de diciembre de 2013

La familia se construye con Amor.





Hogar dulce hogar.....

A veces las relaciones del día a día en casa están más cerca del vinagre que de la azúcar y la miel. Ninguna familia es un lecho de rosas las 24 horas del día. Podríamos darlo por un hecho que ningún ambiente dónde convivan estrechamente dos o más seres humanos puede serlo, debido a los diferentes caracteres, intereses y formas de entender la vida. Existen algunas pautas para preservar el afecto, la alegría y satisfacción en las relaciones más intensas y a la vez más difíciles, también gratificantes y enriquecedoras que mantenemos en nuestra existencia: las que mantenemos cotidianamente con nuestros parientes más cercanos. 



En la familia conviene que no haya "vencedores ni vencidos", porque como dice un viejo proverbio "la mejor victoria es aquella en la que ganan todos". El secreto para conseguirlo tiene tres fundamentos: armonía, equilibrio y comunicación. 

Trata a tus familiares como lo harías con un amigo. Evita reservar sólo la parte más sombría de ti -es decir tus quejas, tu cansancio, tu impaciencia, tus malos momentos, tus enojos- para dedicársela a la gente que más quieres.
Diles cuanto los amas. Las relaciones familiares al igual que las amistosas, deben ser cultivadas y regadas con respeto, tolerancia, demostraciones de afecto y alegría compartida. Muchas veces cuesta decir "te quiero", pero estas simples palabras demuestra mucho. 
Evita  los enfados y mantén la calma. En vez de dejarte arrastrar por la ira o el enojo, por el ego herido o las justificaciones "a la defensiva", que te alejan del asunto, procura mantenerte centrado en la solución, con serenidad y firmeza. 
Todo debe hablarse. Si notas que te estás dejando llevar por la impulsividad, ¡pisa el freno! respira profundamente y vuelve a la búsqueda de soluciones y salidas, en lugar de obsesionarte con el problema. Discutir "en familia" las diferentes opciones para salir del aprieto, es un ejercicio que da resultados sorprendentes. 
Pide perdón e intenta entender. En todas las relaciones estrechas y continuadas en las que es fácil "herir al otro", no basta con pedir disculpas sin demasiada convicción, sino que hay que ponerse en el lugar de la otra persona, desde el amor y el cariño, para comprenderla mejor y evitar volver a hacerle daño. 
Algunos errores que deberíamos evitar. Recurrir a las agresiones o amenazas, revolver las cosas del pasado, hacer promesas que no puedas cumplir, intentar de arreglar la vida del otro, hablar en lugar de escuchar, decir las cosas a través de terceros, castigar a alguien por decir la verdad, querer tener siempre la razón. Si evitas estos comportamientos y actitudes, tu vida familiar comenzará a funcionar con menos conflictos y roces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario